“Incluso cuando trabajaba en la medicina homeópata y la ordodoxa, el Dr. Bach siempre confío en que su intuición le guiara en caso de que los otros métodos fallaran. Y fue precisamente su intuición la que le dictó que encontraría en la naturaleza y no en un laboratorio la nueva medicina pura que estaba buscando.
Las dos primeras flores fueron descubiertas en Gales en 1928: la Impatiens y el Mimulus. Más tarde, ese mismo año, el Dr. Bach añadió Clematis a los otros dos, y los resultados obtenidos con sus pacientes fueron tan notables que al final de aquel año, había abandonado todas las demás formas de tratamiento.
A lo largo de los siguientes años, el Dr. Bach viajó por los campos de Inglaterra y Gales. Estaba muy interesado y era muy consciente de los efectos curativos de diversas plantas, y llevó a término un delicado proceso de ensayo y error, con lo cual acabó por encontrar las pocas plantas que poseían las cualidades que él buscaba.
Cuando llegó a Mount Vernon en abril de 1934, el Dr. Bach había encontrado 19 flores. Pero todavía quedaba mucho trabajo por delante, y en la primavera del año siguiente, su extraordinaria sensibilidad le llevó a pasar un período de extrema actividad. Pero esta fase de su vida también le hizo sufrir mucho, según cuenta Nora Weeks en su libro “Los descubrimientos del Dr. Edward Bach”: “Días antes de descubrir cada planta, él mismo sufría el estado mental correspondiente, y hasta tal punto, que quienes le rodeaban se maravillaban que un ser humano pudiera sufrir tanto y mantener a su vez su salud mental. Pero no sólo pasó momentos de angustia mental, ya que algunos estados iban acompañados de enfermedades físicas en su expresión más aguda”.”
Texto extraído del libro: “TALLER DE FLORES DE BACH”, de Stefan Ball (Centro Dr. Edward Bach-Inglaterra)